También había algunos reparos sobre cómo funcionarían esos talentos juntos. El resultado fue el más inesperado: Argentina fue una lágrima y cayó frente a Chile 1 a 0.
El debut en el Sudamericano, en Mendoza, dejó una profunda preocupación por el escaso vuelo futbolístico de la selección, que ni siquiera pudo prevalecer jugando con dos hombres más.
Argentina arrancó como para ilusionar. Los ligeritos de arriba se encontraban y así, rápidamente, comenzaron a llegar las situaciones de peligro para el arco de Melo.
La sociedad que nacía en tres cuartos de cancha con Alan Ruiz y Manuel Lanzini hizo que el enganche de River Plate tuviera un par de situaciones clarísimas para convertir.
Primero, a los 5 minutos, cuando estaba solo, remató desviado; y a los 14m, su derechazo, que se metía contra el palo izquierdo trasandino, se encontró con el manotazo salvador de Melo.
Juan Iturbe también probó desde lejos, en ese cuarto de hora inicial que tuvo como dominador a la Argentina.
Pero bastó que Chile empezara a pasar con firmeza al campo rival, para encontrar algunos desacoples en el equipo de Trobbiani, que retrocedía muy desequilibrado. Diego Rubio se lo perdió en el área chica de Benítez, en un llamado de atención para el elenco nacional. Y la pesadilla llegó a los 21 minutos, desde un tiro libre de Rabello al medio del área, que encontró la cabeza solitaria de Nicolás Castillo para abrir el marcador.
El tanto chileno fue un mazazo para los chicos argentinos, que tardaron un rato largo en volver a acomodarse. El juego brusco de los chilenos, con cuatro amonestados, llevó a que los 43 minutos Fuentes reincidiera, recibiera su segunda amarilla y fuera expulsado.
Sobre el final, Luciano Vietto desperdició una clarísima situación para empatar, al definir mal tras recibir una precisa habilitación de Alan Ruiz.
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